Jovanny Mojica - Desarrollo de Negocio
El gas natural ha sido y sigue siendo un combustible clave en el desarrollo de la actividad humana. Gracias a este hidrocarburo hemos sustituido el carbón en muchos de sus usos y nos ha permitido desarrollar aplicaciones energéticas más sencillas y económicas. Este gas sigue siendo una de las principales fuentes de energía junto con el petróleo, el carbón y las fuentes renovables (sol, viento y agua).
España tuvo un consumo de 364 TWh de gas natural en 2022 que representa aproximadamente el 21% del consumo de energía total en nuestro país. Prácticamente, el 100% de este importante recurso es importado del extranjero. Es decir, no tenemos gas natural y debemos comprarlo fuera.
Esta no es una condición propia de España o de la Península Ibérica, casi ningún estado de la Unión Europea tiene acceso a yacimientos de gas natural. Los únicos puntos de Europa donde podemos encontrarlo en abundancia son el Mar del Norte y el mar de Noruega, además del Este y Sur de Ucrania. Otros puntos próximos son Rusia, Argelia, Libia y el Mar Negro. Como es lógico, la existencia de estos yacimientos otorga poder político y económico a aquellos países que pueden explotarlo, como Noruega, que ha ganado un importante peso como suministrador de gas natural a Alemania y otros países europeos desde el estallido de la guerra de Ucrania (país en boca de todos por localizar recientemente el mayor yacimiento de fosfato del mundo) o la propia Rusia, que desde hace décadas era el principal proveedor de gas a Europa, beneficiándose de la posición privilegiada en el contexto geopolítico que ello concede.
Existen dos formas de obtener este gas para los países compradores: a través de gaseoductos y conservando su naturaleza de gas o a través de gas natural licuado, es decir, transformándolo en liquido que más tarde volverá a ser convertido en gas y distribuido en regasificadoras. La logística en uno u otro caso es muy distinta.
El gas natural transportado a través de gaseoductos viaja directamente desde el lugar de transformación del gas al lugar de consumo a través de kilómetros de red. Es el caso del históricamente gas comprado a Argelia, conectado a través de los gaseoductos de Medgaz y Magreb con España o del gas Ruso (en algunos casos), conectado a Europa por una amplísima red de gaseoductos. El gas natural licuado es extraído normalmente en ubicaciones lejanas que no pueden mantenerse unidas por redes gasistas. Es el caso de Estaos Unidos, Trinidad y Tobago, Mozambique o Qatar (por citar algunos de nuestros proveedores más recurrentes en 2022). Una vez extraído este gas es convertido a estado liquido para ser transportado en barcos metaneros hasta terminales o «regasificadoras» que volverán a transformarlo en gas, introduciéndolo ahora sí, en los gaseoductos de la red nacional que lo llevarán hasta el punto de consumo: nuestros hogares e industrias.
España cuenta con una buena posición estratégica en este contexto gracias a una amplia red de regasificadoras ubicadas a lo largo de la costa de la península. Esto permite contar con una larga lista de proveedores de gas natural licuado (GNL) y no depender de un único proveedor.
Al no contar con yacimientos de gas natural y tener que importar el 100% de nuestra demanda España gasta 7.552 millones de euros al año en compras para satisfacer nuestras necesidades gasistas (un 62% del gas importado se destina a consumos particulares e industriales y el restante 38% a la producción de electricidad).
Además, a pesar de nuestras amplias conexiones comerciales, la debilidad estratégica al ser totalmente dependientes del exterior en un sector tan crítico como el energético es evidente. El cambio de paradigma en la Unión Europea como consecuencia de la invasión Rusia de Ucrania nos conduce a proteger nuestras cadenas de suministro.
Finalmente, aunque en menor proporción que el carbón, el gas natural es contaminante. En un contexto de Transición Energética y lucha contra el cambio climático debemos buscar opciones limpias y sostenibles.
Estas tres razones parecen más que suficientes para buscar alternativas. La mejor es el biometano: un gas 100% renovable equivalente al gas natural.
El biometano.
Como puede observarse en el Biomethane Map 2022/2023 creado por la Asociación Europea de Biogás y Gas Infrastructure Europe, Europa conoce y usa esta tecnología desde hace años, habiendo creado ya una importante red de plantas de biometano en casi todo el continente (que solo va en aumento).
Ante esta situación cabe preguntarse: ¿y España? Nuestro país apenas cuanta con plantas de biometano en operación. ¿Por qué? Buena pregunta. Tristemente no hay una respuesta lógica, clara y contundente, aunque sí varios puntos a tratar. Uno de ellos señala las tecnologías usadas en Alemania y el centro de Europa, que utilizan lo que se conoce como «cultivos energéticos»: plantaciones agrícolas cuyo destino final no es la alimentación sino la generación de energía. Estás dinámicas no son atractivas para España.
Sin embargo, la situación ha cambiado. Ya contamos en nuestro país con importantes tecnólogos de probada eficiencia en la generación e inyección de biometano a la red que no necesitan de estos cultivos energéticos. En la actualidad, contamos con tecnología probada capaz de generar e inyectar biometano producido a partir del tratamiento de residuos industriales, agroalimentarios y agropecuarios.
El sector también se moviliza. En los últimos años grandes compañías y fondos de inversión se han interesado en este vector energético en nuestro país. A principios de año, Goldman Sachs lanzaba un su vehículo inversor Verdalia Bioenergy con el objetivo de destinar 1.000 millones de euros en biometano. También Macquaire se ha unido al mercado, así como BayWa, Naturgy, Enagás, Redexis y otras grandes empresas del sector.
Impacto local positivo.
Para obtener este gas renovable los residuos pasan por unos digestores en los que se descomponen en ausencia de oxígeno. El gas resultante es «biogás» que tras un proceso de enriquecimiento pasa a ser biometano, inyectable a la red.
El modelo energético del biometano genera importantes sinergias con las economías locales donde se implantan estos proyectos ya que retiran residuos en la región para generar energía renovable. En muchas ocasiones estos residuos son un problema para las industrias, ya que precisan de gestión. Por otro lado, estas mismas empresas pueden necesitar energía. Una planta de biometano resuelve las dos situaciones en un solo proceso.
La gran oportunidad.
El potencial en biometano de España es importante, analizando en detalle por Sedigas y Price en el Estudio de la capacidad de producción de biometano en España, 2023. Gracias a este trabajo conocemos en detalle que algunas de las Comunidades Autónomas de nuestro país podrían ser autosuficientes gracias al biometano. Es el caso de Extremadura, Castilla y León o Castilla-La Mancha.
Además de conseguir esta independencia energética, el biometano ayudará en la solución de importantes problemas a los que nos enfrentamos en España como la fijación de empleo y población rural, la mejora de la competitividad de nuestras industrias, la modernización de los sectores agroalimentarios y agroganaderos o la gestión de residuos para su aprovechamiento en Economía Circular.
El biometano es una energía renovable y limpia que crea importantes sinergias con multitud de sectores en nuestro país. Gracias a este gas podríamos alcanzar unos importantes niveles de independencia energética con el correspondiente ahorro en importaciones del exterior. Además, es uno de los vectores imprescindibles en la descarbonización de la industria y de la lucha contra el cambio climático.
Jovanny Mojica ha liderado los proyectos de biogás y biometano del Grupo Arrate desde 2018 y cuenta con una visión global de toda la actividad de la compañía en el desarrollo de negocio.
Jovanny tiene más de 20 años de experiencia en el sector de las energías renovables con especialización en el desarrollo de proyectos fotovoltaicos, eólicos, hidráulicos y de biometano.
Ingeniero civil de formación su amplia trayectoria en el sector de las energías renovables le ha llevado a conocer todos los niveles del desarrollo de proyectos en una extensa gama de tecnologías, con especial conocimiento en el desarrollo e implantación del biometano.